CIEMPOZUELOS, UN PASEO POR SU HISTORIA
CIRCULAR HASTA LAS SALINAS DE ESPARTINA
Y
VUELTA POR EL CAMINO DE MATAGALLEGOS
CIRCULAR HASTA LAS SALINAS DE ESPARTINA
Y
VUELTA POR EL CAMINO DE MATAGALLEGOS
El primer núcleo más o menos estable de población que se conoce de Ciempozuelos se apunta a la posible fundación en el año 180 a.C., ya bajo la dominación romana. Los colonizadores serían oriundos de la ciudad d Puzol y de las isla de Ischia, en el golfo de Nápoles, y la localidad recibió el nombre de Ischadia -en griego "Áridos higuerales"- por la abundancia de este frutal en la zona.
El cambio de nombre a Ciempozuelos fue porque en el paraje conocido como Buzanca, a unos 2 kilómetros del núcleo urbano, se construyó un canal para surtir de aguas la fuente de la plaza del pueblo; como el manantial no era abundante se construyeron numerosos pozos que proporcionaron, suficiente caudal y se cree que esto dio origen al nombre de la localidad. Hoy en día de este canal no quedan restos.
Al tratarse de una ruta prácticamente en casa, la necesidad no nos obligó a buscar alojamientos ni restaurantes, pero si que dejamos unos enlaces por si es de tu interés.
El cambio de nombre a Ciempozuelos fue porque en el paraje conocido como Buzanca, a unos 2 kilómetros del núcleo urbano, se construyó un canal para surtir de aguas la fuente de la plaza del pueblo; como el manantial no era abundante se construyeron numerosos pozos que proporcionaron, suficiente caudal y se cree que esto dio origen al nombre de la localidad. Hoy en día de este canal no quedan restos.
COMO LLEGAR
El topónimo de Ciempozuelos podría proceder de "cien", número genérico en relación a "muchos", y "puzuelos", pozos pequeños para la extracción de caudales salinos.
DONDE COMER Y DORMIR
Al tratarse de una ruta prácticamente en casa, la necesidad no nos obligó a buscar alojamientos ni restaurantes, pero si que dejamos unos enlaces por si es de tu interés.
DESCRIPCIÓN DEL RECORRIDO
Plano detallado de la ruta. Fuente: Wikiloc |
CARACTERÍSTICAS TÉCNICAS
Dificultad: Moderada (por el calor)
Sendero señalizado: No
Época recomendada: Invierno, primavera y otoño
Puntos de agua potable: En el recorrido nos podemos encontrar varias fuentes, pero sus aguas están sin tratar y pueden ser muy salinas.
Sugerencias: Llevar algo de comida y agua en una pequeña mochila. Utiliza calzado y ropa adecuados a la época elegida. Lleva protección solar, aquí el sol pega de lo lindo (gorra, gafas, cremas protectoras....). Respeta el medio natural y la riqueza arqueológica.
Cartografía: IGN Aranjuez hoja 605-II E: 1:25000
Enlaces de interés: Los orígenes de Ciempozuelos
Las Salinas de Espartina
La batalla de Ciempozuelos (Guerra Civil Española 1936-37)
OTROS DATOS DE INTERÉS
Dificultad: Moderada (por el calor)
Sendero señalizado: No
Época recomendada: Invierno, primavera y otoño
Puntos de agua potable: En el recorrido nos podemos encontrar varias fuentes, pero sus aguas están sin tratar y pueden ser muy salinas.
Sugerencias: Llevar algo de comida y agua en una pequeña mochila. Utiliza calzado y ropa adecuados a la época elegida. Lleva protección solar, aquí el sol pega de lo lindo (gorra, gafas, cremas protectoras....). Respeta el medio natural y la riqueza arqueológica.
Cartografía: IGN Aranjuez hoja 605-II E: 1:25000
Enlaces de interés: Los orígenes de Ciempozuelos
Las Salinas de Espartina
La batalla de Ciempozuelos (Guerra Civil Española 1936-37)
Comenzaremos nuestra excursión en la ciudad deportiva de Ciempozuelos, que se encuentran en el Camino de la Cuesta Alta, 11.
Tras dejar nuestro vehículo estacionado en los aparcamientos de la ciudad deportiva, empezamos a caminar bordeando todo el perímetro por la derecha, hasta que salimos a un camino denominado de Valdinojos.
Este camino lo andamos 150 metros y nos desviamos a la izquierda. Ahora continuamos otros 160 metros y de esta manera llegamos a un mirador natural que nos sorprende. Además en las inmediaciones podemos ver algunas trincheras y puestos destacados de la Guerra Civil.
Desde aquí se tiene una visión panorámica de toda la vega de Ciempozuelos. La zona sur de Madrid se halla constituida por materiales sedimentarios procedentes de la erosión de la sierra del Guadarrama. La sedimentación de los materiales se hallan dispuestos en capas (estratos) horizontales. En el área comprendida entre Pinto y Aranjuez encontramos: arenas, calizas, margas y yesos principalmente. La llanura constituida por los materiales sedimentarios, durante el cuaternario estuvo sometida a la acción erosiva de diversos ríos como el Jarama y el Tajo. Estos ríos excavaron valles en los que depositaron materiales, formando terrazas y llanuras aluviales, ocasionando estas últimas, las vegas. La vegetación originaria de la zona correspondía con encinares y bosques de ribera. El retroceso de estos bosques se debió principalmente al cambio de uso del suelo para aprovechamiento agrícola. La vegetación de los sotos, antaño auténticas selvas, ha quedado reducida a algún pequeño rodal o estrecha franja en la orilla del río. Como contrapartida, las lagunas generadas por las graveras son importantes refugios de avifauna.
Desde aquí se tiene una visión panorámica de toda la vega de Ciempozuelos. La zona sur de Madrid se halla constituida por materiales sedimentarios procedentes de la erosión de la sierra del Guadarrama. La sedimentación de los materiales se hallan dispuestos en capas (estratos) horizontales. En el área comprendida entre Pinto y Aranjuez encontramos: arenas, calizas, margas y yesos principalmente. La llanura constituida por los materiales sedimentarios, durante el cuaternario estuvo sometida a la acción erosiva de diversos ríos como el Jarama y el Tajo. Estos ríos excavaron valles en los que depositaron materiales, formando terrazas y llanuras aluviales, ocasionando estas últimas, las vegas. La vegetación originaria de la zona correspondía con encinares y bosques de ribera. El retroceso de estos bosques se debió principalmente al cambio de uso del suelo para aprovechamiento agrícola. La vegetación de los sotos, antaño auténticas selvas, ha quedado reducida a algún pequeño rodal o estrecha franja en la orilla del río. Como contrapartida, las lagunas generadas por las graveras son importantes refugios de avifauna.
Tras la contemplación de las vistas que nos depara este mirador, retrocedemos unos metros y tomamos un camino paralelo al camino de Valdinojos, que a los 700 metros nos deja en el. Avanzamos 250 metros y así llegamos a otro mirador con una buena traza de trincheras.
Durante la Guerra Civil Ciempozuelos permanece bajo dominio republicano hasta que el 6 de febrero de 1937, en plena batalla del Jarama, cae en manos del ejército nacional. Los combates se sucedieron en la zona hasta el día 25 --- El cercano cerro del Pingarrón, que dominaba la carretera de San Martín de la Vega a Morata de Tajuña, fue uno de los objetivos más codiciados--- y como al finalizar la batalla ninguno de los dos bandos había logrado sus objetivos, el pueblo permaneció prácticamente en línea de fuego hasta el fin de la guerra. Las posiciones nacionales situadas en los cerros de sur de Ciempozuelos se encontraban a pocos centenares de metros de las líneas republicanas asentadas en los cerros de Palomero, por lo que los tiroteos y fuego de mortero fueron frecuentes en esta zona durante más de dos años. Terminada la guerra y pese a las batidas de limpieza, fueron numerosos los hallazgos de proyectiles sin estallar durante bastante tiempo. La expansión urbana y los vertidos de escombros han hecho desaparecer buena parte de este grupo de trincheras.
Durante la Guerra Civil Ciempozuelos permanece bajo dominio republicano hasta que el 6 de febrero de 1937, en plena batalla del Jarama, cae en manos del ejército nacional. Los combates se sucedieron en la zona hasta el día 25 --- El cercano cerro del Pingarrón, que dominaba la carretera de San Martín de la Vega a Morata de Tajuña, fue uno de los objetivos más codiciados--- y como al finalizar la batalla ninguno de los dos bandos había logrado sus objetivos, el pueblo permaneció prácticamente en línea de fuego hasta el fin de la guerra. Las posiciones nacionales situadas en los cerros de sur de Ciempozuelos se encontraban a pocos centenares de metros de las líneas republicanas asentadas en los cerros de Palomero, por lo que los tiroteos y fuego de mortero fueron frecuentes en esta zona durante más de dos años. Terminada la guerra y pese a las batidas de limpieza, fueron numerosos los hallazgos de proyectiles sin estallar durante bastante tiempo. La expansión urbana y los vertidos de escombros han hecho desaparecer buena parte de este grupo de trincheras.
Tras disfrutar de las vistas y de la historia, continuamos avanzando. Ahora descendemos una fuerte pendiente y cruzamos la carreterilla asfaltada de La Cuesta Alta. Seguimos por la margen contraria y empezamos a subir un trozo ascendente hasta que de nuevo la senda se vuelve llana. De esta manera y tras kilómetro y medio llegamos al descansadero de Arroyo Palomero (Descansadero de las Merinas).
Figura en el mapa de vías pecuarias de Ciempozuelos de 1943 como descansadero y abrevadero de ganado. Por su proximidad y cómo acceso ha sido tradicionalmente visitado por los vecinos en algunas festividades. Es un largo vallejo muy colmatado que constituye un buen humedal con afloramiento de aguas en una pequeña fuente con pilón de fabrica muy tosca y deteriorada. A partir de la fuente desciendo el arroyo de Palomero por un barranco que va ganando profundidad según se aproxima a la vega, desapareciendo su caudal antes de llegar al cordel de las Cárceles. El lugar sufrió un gran deterioro en la década de los sesenta del pasado siglo al servir provisionalmente (durante algunos años) como vertedero municipal. En las inmediaciones se ha instalado una chatarrería, y una línea de alta tensión sobrevuela todo el descansadero, creando un impacto visual muy negativo; pese a todo ello persiste el uso de este lugar como zona de esparcimiento y podría ser merecedor de una buena recuperación.
Figura en el mapa de vías pecuarias de Ciempozuelos de 1943 como descansadero y abrevadero de ganado. Por su proximidad y cómo acceso ha sido tradicionalmente visitado por los vecinos en algunas festividades. Es un largo vallejo muy colmatado que constituye un buen humedal con afloramiento de aguas en una pequeña fuente con pilón de fabrica muy tosca y deteriorada. A partir de la fuente desciendo el arroyo de Palomero por un barranco que va ganando profundidad según se aproxima a la vega, desapareciendo su caudal antes de llegar al cordel de las Cárceles. El lugar sufrió un gran deterioro en la década de los sesenta del pasado siglo al servir provisionalmente (durante algunos años) como vertedero municipal. En las inmediaciones se ha instalado una chatarrería, y una línea de alta tensión sobrevuela todo el descansadero, creando un impacto visual muy negativo; pese a todo ello persiste el uso de este lugar como zona de esparcimiento y podría ser merecedor de una buena recuperación.
Aprovechamos, y en el descansadero nos tomamos unos bocatas y bebemos abundante agua, que el sol ya empieza a calentar. Tras esto, bordeamos todo el área y tomamos la pista que toma dirección Sur. Esta pista la recorremos unos 1500 metros andado entre fincas separadas por grandes postes de maderas, hasta que por desviamos a la izquierda hasta un estupendo mirador.
Retrocedemos y volvemos de nuevo a la pista principal para enseguida tomar una senda a la izquierda que se precipita vertiginosamente en busca de el valle.
Una vez en el fondo del valle, torcemos a la derecha y continuamos unos 1200 metros para llegar a la entrada del barranco de Valdelachila. En este tramo de sendero nos encontraremos con varias balsas de decantación salina y alguna entrada a minas de captación de aguas saturadas en sal.
Ahora torcemos a la derecha y comenzamos a subir por el barranco. A los pocos metros nos encontramos con una balsa de evaporación de sal y un poco más adelante con las minas de sal de Espartina.
Las Salinas de Espartinas y el barranco de Valdelachica constituyen un espacio único por la acumulación de sus elementos arqueológicos, históricos, naturales y antropológicos, cuya valoración ha posibilitado la incoación del expediente para su declaración BIC. Documentadas históricamente a partir del siglo XII, las investigaciones realzadas permiten firmar que estas salinas ya se explotaban desde el Calcolítico, lo que supone una explotación continua de más de 4000 años. El paisaje en torno a la mina manantial muestra las huellas de actividades extractivas artesanales, restos de balsas de evaporación y multitud de pequeñas cuevas artificiales que constituyen un singular conjunto etonográficoarqueológico. En lo que se refiere al medio físico destacan sus valores geomorfológicos, mineralógicos (sales y sulfatos característicos), y botánicos (endemismos y plantas asociadas a suelos con alto contenido en sal). El agua cargada de sales en disolución se sacaba de la formación yesífera, incicialmente a partir de una fuente y luego mediante socavones de drenaje que penetraban en el terreno. Estas galerías se llamaban la Mina Grande y la Mina Chica. El agua saliente perdía el material detrítico en unas arquetas de decantación y por canales de madera (modernamente se sustituyó la madera por uralita) llevaban los caudales a las balsas de evaporación y de estas pasaba a las balsas de cristalización. El suelo de las balsas se compactaba todos los años, para su impermeabilización, con materiales arcillosos mezclados con sal y se empedraba con cantos rodados de cuarcita, partidos por la mitad, para favorecer la cristalización salina sobre ellos. Las salmueras obtenidos se hacía circular desde la primera balsa hacia otras a menor cota, por canales cubiertos de grandes losas graníticas, para evitar que se produjese la cristalización salina en su interior. A finales del siglo XIX existían 19 eras o balsas de evaporación, con una superficie de unos 6000 metros cuadrados. Doce de ellas tenían las paredes revestidas de madera, mientras que en el resto se cubrían los bordes con grandes esteras de esparto, para favorecer así la deposición salina. En las de madera granaba mejor la sal.
Retrocedemos y volvemos de nuevo a la pista principal para enseguida tomar una senda a la izquierda que se precipita vertiginosamente en busca de el valle.
Una vez en el fondo del valle, torcemos a la derecha y continuamos unos 1200 metros para llegar a la entrada del barranco de Valdelachila. En este tramo de sendero nos encontraremos con varias balsas de decantación salina y alguna entrada a minas de captación de aguas saturadas en sal.
Ahora torcemos a la derecha y comenzamos a subir por el barranco. A los pocos metros nos encontramos con una balsa de evaporación de sal y un poco más adelante con las minas de sal de Espartina.
Las Salinas de Espartinas y el barranco de Valdelachica constituyen un espacio único por la acumulación de sus elementos arqueológicos, históricos, naturales y antropológicos, cuya valoración ha posibilitado la incoación del expediente para su declaración BIC. Documentadas históricamente a partir del siglo XII, las investigaciones realzadas permiten firmar que estas salinas ya se explotaban desde el Calcolítico, lo que supone una explotación continua de más de 4000 años. El paisaje en torno a la mina manantial muestra las huellas de actividades extractivas artesanales, restos de balsas de evaporación y multitud de pequeñas cuevas artificiales que constituyen un singular conjunto etonográficoarqueológico. En lo que se refiere al medio físico destacan sus valores geomorfológicos, mineralógicos (sales y sulfatos característicos), y botánicos (endemismos y plantas asociadas a suelos con alto contenido en sal). El agua cargada de sales en disolución se sacaba de la formación yesífera, incicialmente a partir de una fuente y luego mediante socavones de drenaje que penetraban en el terreno. Estas galerías se llamaban la Mina Grande y la Mina Chica. El agua saliente perdía el material detrítico en unas arquetas de decantación y por canales de madera (modernamente se sustituyó la madera por uralita) llevaban los caudales a las balsas de evaporación y de estas pasaba a las balsas de cristalización. El suelo de las balsas se compactaba todos los años, para su impermeabilización, con materiales arcillosos mezclados con sal y se empedraba con cantos rodados de cuarcita, partidos por la mitad, para favorecer la cristalización salina sobre ellos. Las salmueras obtenidos se hacía circular desde la primera balsa hacia otras a menor cota, por canales cubiertos de grandes losas graníticas, para evitar que se produjese la cristalización salina en su interior. A finales del siglo XIX existían 19 eras o balsas de evaporación, con una superficie de unos 6000 metros cuadrados. Doce de ellas tenían las paredes revestidas de madera, mientras que en el resto se cubrían los bordes con grandes esteras de esparto, para favorecer así la deposición salina. En las de madera granaba mejor la sal.
Tras deleitarnos con estas maravillas arqueológicas, continuamos ascendiendo por el barranco, pero ahora por su parte izquierda, tomando el camino conocido como "Camino del Molino". Así, poco a poco, iremos ganado altura, teniendo magníficas vistas de todo el barranco y de sus cuevas, hasta que llegamos a la parte más alta.
Giramos a la derecha y enseguida tomamos la pista que nos sale a la izquierda. Esta pista es el camino de la Sendilla, que tendremos que caminar 600 metros para encontrarnos por nuestra derecha el camino de Matagallegos. Esta pista la dejaremos pasar y continuamos otros 150 metros para desviarnos de nuevo a la derecha por el linde de dos campos de cultivo, para encontrarnos con un conjunto de posiciones y trincheras de la Guerra Civil construidos por los republicanos.
En estos cerros se mantuvieron hasta el final de la guerra las posiciones republicanas más avanzadas por el sur de Ciempozuelos apenas a medio kilómetro del frente nacional desplegado en las afueras del pueblo.
Tras su contemplación, seguimos bordeando el campo de labor para salir al camino de Matagallegos, que ahora tendremos que tomar a la izquierda. Seguimos avanzando unos 300 metros, y por nuestra izquierda, en un pequeño cerrete, se nos abre un conjunto de trincheras que defendían el pueblo de Ciempozuelos.
Volvemos a la pista principal y continuamos nuestro caminar dirección a Ciempozuelos. En medio de los campos de labor y por la derecha podemos apreciar otro grupo de fortines:
Tras la batalla del Jarama, en febrero de 1937, quedó establecida al sur de Ciempozuelos la línea del frente republicano defendido por el llamado "sector Aranjuez" que formaba un arco desde Vallegrande, en Seseña hasta los cerros de Palomero. Se abrieron multitud de trincheras y refugios subterráneos que fueron reforzados con series de pequeños fortines o "trincheras blindadas" de los que aún permanecen estos tres grupos entre los olivares y campos de cereal.
En estos cerros se mantuvieron hasta el final de la guerra las posiciones republicanas más avanzadas por el sur de Ciempozuelos apenas a medio kilómetro del frente nacional desplegado en las afueras del pueblo.
Tras su contemplación, seguimos bordeando el campo de labor para salir al camino de Matagallegos, que ahora tendremos que tomar a la izquierda. Seguimos avanzando unos 300 metros, y por nuestra izquierda, en un pequeño cerrete, se nos abre un conjunto de trincheras que defendían el pueblo de Ciempozuelos.
Volvemos a la pista principal y continuamos nuestro caminar dirección a Ciempozuelos. En medio de los campos de labor y por la derecha podemos apreciar otro grupo de fortines:
Tras la batalla del Jarama, en febrero de 1937, quedó establecida al sur de Ciempozuelos la línea del frente republicano defendido por el llamado "sector Aranjuez" que formaba un arco desde Vallegrande, en Seseña hasta los cerros de Palomero. Se abrieron multitud de trincheras y refugios subterráneos que fueron reforzados con series de pequeños fortines o "trincheras blindadas" de los que aún permanecen estos tres grupos entre los olivares y campos de cereal.
Continuamos avanzando, entre tierras de cereales y grupos aislados de olivos, para en apenas 800 metros llegar a un cercado de piedras. Desde aquí tomaremos la pista que nos queda más a la derecha, que nos deja en poco más de 150 metros de nuevo en el descansadero de Palomero.
Lo sobrepasamos y llegamos junto a unas naves aladrilladas. Pasamos junto a ellas y continuamos caminando por la ancha pista hasta desembocar en la calle de la Cuesta Alta. Ya solo nos queda girar a la derecha y seguir hasta donde tenemos aparcado nuestro vehículo.
Los excursionistas al completo |
Me interesa realizar esta ruta.
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